El Seminario ha recibido con alegría esta aprobación, en la que se llevaba tiempo trabajando.
El recién creado “Instituto Teológico San Julián” es una nueva realidad académica, distinta de la realidad que llamamos “Seminario”. En éste se forman los candidatos al sacerdocio, los cuales a partir de ahora cursarán sus estudios en el Instituto Teológico.
Aunque el Instituto estará en el mismo edificio del Seminario, ambas instituciones serán dos realidades canónicas diferentes: mientras que en el Seminario se seguirán formando los candidatos al sacerdocio, en el Instituto Teológico podrán recibir formación académica, además de los propios seminaristas, todos aquellos fieles católicos, consagrados o laicos, que, estando en posesión de la titulación de estudios requeridos para ingresar en la Universidad española, deseen realizar estudios de Filosofía y Teología.
Tales estudios son conducentes a la obtención de la titulación universitaria de “Bachiller en Teología” –con reconocimiento civil de “Grado en Teología”- por la Universidad Católica de Valencia, a cuya Facultad de Teología “San Vicente Ferrer” el Seminario estaba afiliado desde el año 1999. La titulación obtenida, unida a la Declaración Eclesiástica de Capacitación Académica (DECA), habilitará a quienes obtengan el título de “Bachiller” o “Grado” para ser profesores de religión católica en la Enseñanza Secundaria y Bachillerato.
El claustro de profesores del Instituto está compuesto por una veintena de profesores, en su gran mayoría sacerdotes, licenciados o doctores en las disciplinas eclesiásticas que se imparten en el recién creado “Instituto”. El Plan de Estudios consta de un total de 300 ECTS, repartidos en cinco cursos. Los dos primeros cursos son fundamentalmente filosóficos (120 ECTS) y los tres siguientes bíblico-teológicos (180 ECTS).
El Seminario y el claustro de profesores, felices por la noticia, confían que la nueva situación académica sirva, no sólo para aumentar el número de alumnos en las aulas del Instituto Teológico, sino también y sobre todo para tener cristianos más y mejor formados en nuestra iglesia diocesana, que contribuyan competentemente a la evangelización e iluminen desde una fe razonada y razonable los problemas que afectan al hombre de nuestro tiempo.
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