La pedanía almodovareña de Minas del Horcajo celebró ayer sábado, sus celebraciones en honor a su patrón, San Juan. Una cita que contó con una gran afluencia de personas, tanto antiguos vecinos, como familiares y demás visitantes.
La programación de actividades, con la organización del Ayuntamiento en colaboración con vecindad de la zona, se iniciaban a las 20,30 horas con la misa oficiada por el párroco de Brazatortas, Iván Bastante y posterior procesión del patrón.
Posteriormente, hacia las diez de la noche, las personas que se congregaron con motivo de la festividad pudieron compartir el aperitivo ofrecido por el Consistorio almodovareño.
Completándose el programa de festejos con la verbena tocada por la orquesta contratada para la ocasión y hacia la una y media de la madrugada ya con la chocolatada con bizcocho que también se ofreció.
Junto a la alcaldesa pedánea, Verónica Gómez Pérez, en representación del Ayuntamiento de Almodóvar del Campo participó también el concejal encargado de la atención en pedanías, Fernando Torres.
El edil agradeció a quienes se congregaron su sentimiento por Minas del Horcajo y renovó el compromiso de atención a esta pedanía, “gestionando de la mejor manera los recursos a los que este Ayuntamiento tiene acceso, sean propios o de otras entidades”.
Minas del Horcajo se ubica entre sierras que superan los 1.000 metros, en el límite con el anejo de Brazatortas de La Garganta y a apenas siete kilómetros de la provincia de Córdoba. Su yacimiento minero fue el segundo en importancia de toda la comarca.
Y cobró gran fama esta explotación por sus elevados contenidos en plata de la galena argentífera. Los trabajos mineros fueron importantes en esta mina alcanzándose los 603 metros de profundidad, a partir de un pozo maestro de 555 metros.
El sistema de laboreo fue modélico en la época, a finales del siglo XIX y principios del XX, con sistemas de aire comprimido para el arranque de los minerales e importantes sistemas eléctricos para la extracción y desagüe de la mina.
Tan ingente actividad minera desaparecía definitivamente en el año 1963 y, con ella, prácticamente la de una población que llegó a tener en sus mejores años más de 2.000 habitantes.
En la actualidad, las únicas edificaciones que se mantienen en pie son la iglesia de San Juan Bautista, algunos castilletes de mampostería y algunas instalaciones de lavaderos y talleres.
Las viviendas están prácticamente derruidas, sólo se conservan bases de mampostería sobre las que se elevaban paredes de tapial. En la zona más cercana al túnel de acceso, existen algunas viviendas cuidadas y bien acondicionadas, así como una casa rural.
Dignos de visitarse son el Nacedero, el Viaducto de la antigua línea ferroviaria, la Estación, el Túnel, el Monumento a los Niños Perdidos y, especialmente destacables son la Iglesia de San Juan Bautista y los restos de los castilletes de mina.
En las afueras están también el cementerio, el polvorín y la antigua central eléctrica o fábrica de la luz como popularmente es conocida y por la zona cruza la línea de alta velocidad española ferroviaria.
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