Tras las huellas de nuestros ancestros. Tercera parte

Completamos nuestro recorrido por los orígenes del hombre visitando los parques arqueológicos del Sacro Convento y Castillo de Calatrava la Nueva, el Yacimiento Arqueológico Cerro de las Cabezas y el Yacimiento Arqueológico de Calatrava la Vieja.

Calatrava la nueva
imagen de Tras las huellas de nuestros ancestros. Tercera parte Calatrava la Vieja
Lucia Ballesteros Ruiz. "El Rincón de Casandra"
Lunes, 02/06/2014 | Región, Nacional | Portada, Sociedad, Cultura

Completamos nuestro recorrido por los orígenes del hombre visitando los parques arqueológicos del Sacro Convento y Castillo de Calatrava la Nueva, el Yacimiento Arqueológico Cerro de las Cabezas y el Yacimiento Arqueológico de Calatrava la Vieja.

El Parque Arqueológico Sacro Convento y Convento de Calatrava la Nueva lo encontramos situado en la localidad de Aldea del Rey. Se trata de una miscelánea compuesta por una serie de edificaciones, que poseen la fortuna en hallarse en magníficas condiciones,  de diferentes etapas históricas que abarcan desde un monumento anterior al siglo XIII hasta el siglo XVII; siendo el más conocido de todos ellos la iglesia del siglo XIII.

El convento lo configuran una serie de edificios heterogéneos organizados alrededor del Claustro, del mismo sólo se mantienen en pie los arranques de ladrillos de los arcos de su planta baja.
En su parte septentrional descubrimos la Iglesia, la principal edificación del conjunto; al oriente , la Sala Capitular, emplazamiento donde los caballeros de la Orden de Calatrava celebraban sus reuniones; en la parte meridional se situaban las Cocinas y el Refectorio; además al este y sur convergían los Dormitorios y la Hospedería; de esta parte del convento únicamente se preserva la planta baja.

Posee dos puertas: la de la Estrella con portada y gran rosetón, y otra adyacente que se comunica con el claustro.
Nos encontramos en la colosal fortificación de los caballeros calatravos, cuya posesión defenderían frente a los musulmanes del limítrofre  castillo de Salvatierra. Si bien el baluarte ya existía en la edad del bronce, en la época visigótica, e incluso hay noticias de que Nuño de Lara, en el siglo XII, la utilizará, sería a partir de la Batalla de las Navas de Tolosa cuando alcanzara su mayor auge. 

En la actualidad podemos transitar sus caminos, visitar piezas del castillo como: patios, torres, escalera,  un aljibe, las zonas auxiliares de artesanos, cuadras y bodegas; realizando un viaje al pasado, a la Edad Media.
El inmenso castillo calatravo, son sus más de cuarenta y cinco mil metros cuadros, fue levantado para ser la gran cuna de la orden de Calatrava, reemplazando a la ciudad de Calatrava la Vieja. Su iglesia, su convento, su hospedería puebla junto con su perímetro externo rodeado de fortificaciones, conformaron una verdadera ciudad medieval fortificada.

Al pie del Castillo y al mediodía de la Iglesia está situado el cementerio del convento, conocido como Campo de los Mártires; hasta él se trasladaron los cuerpos de los caballeros calatravos fallecidos en la custodía de los pagos cristianos de Alarcos y Calatrava la Vieja. Contó con un claustro del que apenas se conserva el trazado, también se hallan los restos de la fuera capilla de Nuestra Señora de los Mártires.

Siguiendo nuestra ruta llegamos hasta el Yacimiento Arqueológico Cerro de las Cabezas. En una altiplanicie próxima a Valdepeñas los íberos localizaron un enclave defensivo natural prácticamente inaccesible. Este fue el origen de la ciudad que las excavaciones realizadas han dejado plenamente al descubierto. La zona es un asentamiento parapetado al que consolidan como defensas naturales su geografía y el río Jabalón haciendo las funciones de foso.

Avanzando por el Cerro de las Cabezas comprenderemos la procedencia de las civilizaciones de la península: un ordenamiento proto-urbano con calles, viviendas y zonas comunes. Estamos ante una superficie de ciento cuarenta mil metros cuadrados, sobre una altitud de ochocientos cincuenta metros, delimitado por murallas, bastiones y puertas.
Cerramos nuestra trilogía desde la ciudad islámica más vetusta de la Península Iberica: Calatrava la Vieja. Mencionada ya en època de Abderramán I, allá por el año 785, logró su mayor gloria en el siglo IX al convertirse en capital de una basta región musulmana. 
Seguidor de sus principios se valió del río Guadiana para organizar su método  hidráulico defensivo, convirtiendo el lugar en una efectiva isla entre aguas. El contrafuerte está  cercada por cuarenta y cuatro torres, y las peculiares corachas para dotar de agua la ciudad en caso de ser asediada.

El particular enclavamiento está fraccionado en dos zonas,  separadas, a su vez, por una gran muralla: el alcázar y la medina, quedando en el exterior los arrabales.

De las mezquitas, baños y comercios de la medina hallamos vestigios  de habitaciones y calles adoquinadas. En el alcázar podremos advertir  los continuos   engrandecimientos islámicos, el ábside templario que no llegó a concluirse, y la iglesia que fundó aquí la Encomienda de Calatrava.

Ya en  s. XII la ciudad  se trocó cristiana, fundándose en ella la Orden de Calatrava, compuesta  por monjes guerreros. Ellos serían  señeros  en mantener un bastión  en manos cristianas tras la derrota de la Batalla de Alarcos, el castillo de Salvatierra. Posteriormente  cooperaron en batalla de  las Navas de Tolosa y su posterior victoria, jugando un papel primordial  en la Reconquista, llamada  a ser  una de las órdenes militares  más poderosas por su capacidad económica y militar.

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