En tiempos tan convulsos donde todo más deprisa de lo que la mente alcanza a procesar bien podríamos ir a serenar el ánima, a cicatrizar heridas, a reencontrarnos con nosotros mismos y nuestra soledad a la localidad de Illán de Vacas. Un municipio toledano con un solo habitante, según el censo del Instituto Nacional de Estadística del 2013.
Su nombre deriva del latín Iulianus, y el término Vacas del árabe Wakka.
El municipio se halla situado en un llano, corresponde a la comarca de Torrijos y limita al norte con Los Cerratos, al noroeste con Otero, al este con Domingo Pérez , al sur con Cebolla y al oeste con Lucillos. Dista 27 Km. de Talavera de la Reina, 59 Km. de Toledo y 105 Km. de Madrid.
En el siglo XVII se asientan treinta y siete familias y a mediados del siglo XIX contaba con veintidós casas y un presupuesto municipal de dos mil doscientos reales.
Da la sensación de ser un pueblo fantasma, desamparado y solitario. Sin coches, sin tiendas, sin bares, sin gestes por sus calles…
No obstante Illán de Vacas tiene la peculiaridad de ser tanto uno de los pueblos más pequeños de la provincia de Toledo como uno de los más apacibles.
Las vetustas casas chocan con las pocas viviendas que se han restaurado. La historia de Illán de Vacas aparece reflejada en las fachadas de sus edificios, donde se dejan ver las huellas de tiempos mejores.
Aún así, siempre se consideró como un pueblo pequeño, familiar y agrícola.
En la Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora se celebra anualmente el reencuentro de los originarios del lugar que aún mantienen sus casas de veraneo en el pueblo.
En la antigua iglesia se pueden observar las diferentes reformas que ha sufrido a lo largo de su historia, cambios que con el devenir los años, todavía, la sostienen en pie.
Llama la atención el trazado del campanario, con la puerta de entrada y parte trasera reformadas. Como asimismo los parches blancos que hay en su lateral. Lo que no deja de ser interesante su observación.
Añadir nuevo comentario