Dos piezas de alabastro, en el crucero de la catedral de Sigüenza, resumen lo más llamativo de su arte: el gótico y el renacimiento, en tallas perfectas.
Los púlpitos del crucero en la Catedral de SigüenzaAntonio Herrera Casado | Cronista provincial de Guadalajara En la catedral, y a ambos lados de la entrada a la capilla mayor, se admiran dos extraordinarios púlpitos tallados en alabastro. A la derecha, el de la Epístola, obra gótica del siglo XV en sus finales, que mandó poner el Cardenal Mendoza como recuerdo de su paso por el episcopado seguntino. A la izquierda, el del Evangelio, obra plenamente renacentista, tallado en 1572-73 por Martín de Vandoma. El púlpito gótico consta de un corto pilar que sostiene capitel corintio, y encima un cuerpo recubierto de ornamentación vegetal, con ocho tableros que forman el predicatorio. En ellos aparecen tres tallas representando a Santa María in Navicella (pues la Virgen aparece apoyada en una barca de la época), a Santa Elena y a San Jorge, como elementos representativos de los tres títulos cardenalicios de Pedro González de Mendoza: cardenal de la Santa Cruz, de Santa María in Dominica y de San Jorge. Se añaden un par de escudos cardenalicios, y se atribuye su talla en 1489 a Rodrigo Alemán, genial en todo. El renacentista se sostiene por columna de estriada rematada en capitel jónico-corintio, sobre el que aparecen ocho paneles, en cinco de los cuales se ven magníficamente talladas escenas de la Pasión de Cristo, separadas entre sí por atlantes. Antonio Herrera Casado | Cronista provincial de Guadalajara |
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