Siempre he oído hablar de que todos en esta vida tenemos derecho a disfrutar de un “minuto de gloria”, ese momento en el que por un instante, todo gira a nuestro alrededor y nuestra existencia pasa a cobrar mucho más sentido de lo que había tenido hasta ese momento. Desgraciadamente, esa sensación, o dura muy poco o incluso hay gente que no llega a experimentarla en la vida.
En esa situación se encuentra precisamente el mundo del boxeo. Ni la gran eclosión televisiva de los años 90 de la mano del ya fallecido Xabier Azpitarte ni el último empuje del propio Jaime Ugarte (coincidió con Xabier en esa primera época) que hasta hace poco dio rienda suelta a los amantes del boxeo en la desaparecida Marca TV con el programa “Boxeo de Leyenda”, han conseguido mantener en antena su gran amor por el boxeo.
De nuevo los amantes de este noble deporte se han quedado huérfanos. Huérfanos porque nadie se acordará del boxeo salvo que algún púgil sufra un percance en un ring o simplemente su vida personal, sea tan desastrosa, que los propios medios del corazón se dediquen a destripar todo lo que se les ponga por medio.
Conocí en persona esos momentos de esplendor y ahora he vuelto a ver como la historia, por desgracia una vez más se repite con esta repentina caída. Aún así, soy optimista, porqué, muy sencillo, viví ese “minuto de gloria” y coincidí con muchos otros que también lo hicieron. Recuerdo la cara de mi padre el día que le dije “llévate un chubasquero esta noche que nos va a salpicar el sudor de lo cerca que estaremos del ring…”. Y estuvimos cerca sí señor, en las mesas de prensa que rodean el ring, todo un lujo, no solo por estar allí, sino por ver al gran Campeón en su vestuario minutos antes del gran momento. El combate, casi nada, Javier Castillejo VS Keith Mullings, Campeonato del Mundo de los SuperWélter en La Cubierta de Leganés con 14.000 gargantas asfixiando al americano y con la victoria final del púgil de Parla.
Ciudad Real ha tenido también su “minuto de gloria”. Juan Carlos Díaz Melero, conocidísimo por todos, “Chupete”, dándolo todo, enseñando el carisma manchego ante Stefano Zoff, llegando a lo más alto, y enseñando a todo aquel que se quiere acercar al mundo del boxeo, en qué radica la nobleza de este deporte y porqué, tanta y tanta gente quiere practicarlo.
Pero claro, debemos tener en cuenta que esos “minutos de gloria” hay que aprovecharlos, ya que no todo el mundo puede disfrutarlos. Esos que no los aprovechan, son los que luego dan mala imagen a este deporte. No mencionaré el caso conocido por todos, pero si uno, que quizá mucha gente no conozca.
Hace unos años se presentó la gran oportunidad para un púgil nacionalizado español de pelear contra el gran Arturo Gatti en el Madison Square Garden de Nueva York. Gatti en esos momentos campeonísimo del mundo y súper estrella mundial. Lo menos importante es que el protagonista de esta historia perdió el campeonato, algo previsible, no por falta de calidad ni por no haber luchado hasta la extenuación, sino por no estar preparado mentalmente como debería haberlo estado.
Insisto, lo más grave sin duda, es lo que hizo con su “minuto de gloria”, con la bolsa que ganó en el combate, omitiré los millones de pesetas conseguidos, pero lo cierto es que se lo “pulió” en tres meses, quedándose sin casa y teniendo que vivir en el mismo gimnasio donde iba a entrenar cada día. Eso sí que es triste, pero por suerte, esta historia no se repite todos los días.
En la otra cara de la moneda, y volviendo a “Chupete”, por suerte los ciudadrealeños tenemos la enorme suerte de tener a una persona que si ha sabido aprovechar su “minuto de gloria”, no solo para sí mismo, sino para enseñar a todos los demás todo lo aprendido y evitar que otros, comentan los errores que compañeros suyos sí cometieron. Por ello, sigo confiando en que una vez más, el BOXEO resurgirá de sus cenizas para embelesarnos una vez más…
Alguien me dijo cuando era pequeño que “la ilusión y la alegría de un niño nunca se le debe quitar bajo ningún concepto”, solo espero que les permitamos seguir soñando… Recordad que en esta vida, en algún momento “todos acabamos arrastrando…”. He dicho.
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