A María le gusta madrugar, el olor a café recién hecho y leer el periódico mientras desayuna. Hoy es lunes y se ha levantando temprano, como todos los días. Ya sea lunes, martes, domingo, festivo ó fiesta de guardar, María es fiel a su matutino ritual de café, tostada de mantequilla, mermelada de naranja y periódico
Levanta la cabeza, princesaObjetivo CLM - Angelica Sánchez A María le gusta madrugar, el olor a café recién hecho y leer el periódico mientras desayuna. Hoy es lunes y se ha levantando temprano, como todos los días. Ya sea lunes, martes, domingo, festivo ó fiesta de guardar, María es fiel a su matutino ritual de café, tostada de mantequilla, mermelada de naranja y periódico.
Esta mañana se siente guapa, con un brillo especial en su mirada. Hoy tiene una cita, como todas las semanas desde hace dos meses, a la que no puede ni debe faltar. Como cada lunes, desde hace dos meses, nada más levantarse se mira en el espejo, exactamente sesenta y siete segundos ó el equivalente a repasar minuciosamente de arriba abajo su reflejo desde la coronilla a la punta de los pies deteniéndose mirando fijamente la punta de la nariz, entonces, hace una mueca, saca la lengua, y sonríe saludándose con un “¡Buenos días, princesa!”. Desayuna, lee el periódico, se viste, se pinta la raya del ojo, mete unas revistas y un libro en su bolso, repasa el reflejo de su cuerpo una vez más frente al espejo y, antes de salir de casa, lee como un mantra, como una oración esta carta, como todos los días desde el día de su reciente renacimiento:
«Levanta la cabeza, princesa… Si no, la corona se cae.
Levántala porque tú puedes. Puedes, quieres y debes. Primero por ti. Los demás… Lo demás vendrán después… (Pero eres tan fuerte, tan generosa y, tan poco egoísta, que la fortaleza que sacas hasta en los momentos más bajos, lo haces por levantar el ánimo a quien te rodea…)
Levántala porque nada te puede frenar. NADA. Ni la tristeza, ni la rabia, ni el miedo. Cuando aparezcan, llora, grita y mándalos a hacer gárgaras… Entonces, te quedarás frente a frente contigo misma y sabrás que la vida, tu vida, pone el contador a cero. Para empezar de nuevo. Más fuerte, más experimentada, más amorosa y más sabia… También, con más hambre, hambre de comerte el mundo, ése que tienes a tus pies.
Levántala y ponte, no el sombrero, ni la peluca, ni el pañuelo… Ponte el mundo por montera. Así, como tú sabes… Con esa gracia que tienes para pintarte la raya de ojo y el carmín en los labios cuando te miras en el espejo y piensas “¡Qué pelo más “rizaíllo” me está saliendo!”
Levántala incluso los días en que estás agotada y no quieras ver a nadie.
Levántala cuando surjan los puñeteros “¿Por qué a mí?”
Levántala… Porque te necesito. Necesito tus besos, tus abrazos, reír contigo… Necesito que me consueles, que me animes, que me regañes… Necesito seguir aprendiendo de ti, para que me sigas enseñando que la vida es este momento y hay que vivirlo, que el futuro es un invento y nadie sabe del mañana. Lo real, es el hoy…
Levántala porque necesito que me necesites, nos necesites. No es más fuerte el que lucha solo, sino el que pide ayuda. No te calles, no te cierres. Suéltalo todo, desahógate, grita, llora, vacíate de esa tristeza, la ira y rabia para hacer hueco a las alegrías, a la risa y a la calma.
Levántala mostrando esa preciosa sonrisa al mundo diciendo “Esta soy yo y aquí estoy.”
Levántala porque todo va a ir bien. Confía en ti. Sí, en ti… Comprenderás que todo, TODO, mejora gracias a ti, porque crees en TI. Y descubrirás cuanta fuerza escondes dentro… Tanta, que hasta tú misma te sorprenderás. Y verás que los demás sabíamos de siempre que eres una GRAN MUJER.
Levántala porque esta batalla tú la ganas. Ésta y mil más…
Levanta la cabeza, princesa… Y luce con orgullo tu corona.»
María tiene Cáncer de mama. María recibe desde hace dos meses quimioterapia. María saca fuerzas de donde no las hay cuando se hunde. María levanta el ánimo de su familia para no hundirse. María es Carmen, Lola, Teresa, Ana, Julia y miles de mujeres valientes que cada mañana afrontan un nuevo día con la mejor de sus sonrisas porque saben que cada minuto es una batalla ganada a la enfermedad…
Por eso cada mañana, María se pone su corona imaginaria. Porque las verdaderas princesas no tienen sangre azul ni son consortes, no son de cuento ni salen en las páginas del “Hola”. Las verdaderas princesas son las que se despiertan cada mañana y se enfrentan a la realidad.
Ánimo, chicas: esta batalla está ganada.
Pd. A mi madre, Amparo, que renació hace cuatro años y nos hizo renacer a todos… Gracias mamá por todo… Te quiero. A mi tía Pilar, por enseñarnos que la dulzura no está reñida con la fortaleza interior y, a mi prima Vanessa, la princesa campeona más grande que hay en el Mundo. Gracias por ser como sois… Os admiro. A todas las “princesas” luchadoras que forman parte de mi vida y a las que no conozco. Y a todas las familias luchan en silencio. No os sintáis impotentes si pensáis que no hacéis nada… Vuestra risa, abrazo, silencio, hombro, es mucho para ella, porque sólo necesita eso, que estéis ahí, a su lado. Porque vuestros ánimos también le curan. A todos los equipos médicos, enfermeras y auxiliares, a todos los profesionales que sacáis adelante a estas grandes mujeres.
Gracias por ser ejemplo a seguir, por vuestra fuerza y por enseñar que no hay nada que se ponga por delante que se pueda resistir.
Gracias a todas, chicas. |
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