Ya he dicho en otras ocasiones que las campañas se han convertido en una batalla en la que el armamento se compone de acusaciones, descalificaciones y patadas por debajo de la mesa; echo de menos propuestas e ideas y, sobre todo, que las desarrollen. Nuestros políticos piensan que captar votos es un examen tipo test y los últimos resultados van a reforzar esta idea.
Los dos grandes partidos tienen por delante un reto, hacer revisión de sus posturas y postureos; tienen que empezar a pensar que la sangre estancada es un problema; no existen ideas, o no las explican, pero es que ya ni siquiera les ponen título. Para que me entiendan, son como un periódico sin titulares ni información; cuando terminas de leer no sabes cuál era la noticia, sólo sabes que Fulanito acusa a Menganito de corrupto y viceversa. Y que posiblemente ambos están en lo cierto. Pero lo peor es que los pequeños partidos que merodean alrededor, alimentándose de las migajas, se han aprendido la jugada y entran al trapo. Desprestigian a los grandes rivales, sin aportar nada más, y saben que los golpes que reciban serán menos que los que podrán propinar porque, si PP y PSOE se pierden la cara un momento, la puñalada trapera está asegurada. Creen que así ganan, pero no siempre, no del todo y el pueblo pierde.
Los populares, aún ganando las elecciones, tienen cierta preocupación. Todavía no ha llegado a las cotas que alcanza en la casa de al lado, pero puede aumentar en poco tiempo. Su electorado está apático y no saben cómo movilizarlo. Lo más terrible es que, de momento, no se plantean seriamente nada; confían en que la recuperación sea tan inminente y próxima que sirva de acicate en las elecciones del año que viene. Municipales, autonómicas y nacionales. Parece mucho trofeo para sentarse a esperar porque aquí no habrá minuto 92 ni Sergio Ramos que valga.
En el PSOE no es que hayan saltado las alarmas, es que ya no hay tapones en los oídos que permitan ignorarlas. Nadie quería creerse que la oposición se desgastase más que el Gobierno (o tal vez no tenían permitido creerlo). En el momento que Rubalcaba ha abierto la puerta al relevo, ha entrado una legión buscando su sitio. Ninguno termina de decidirse a ponerse a la cabeza de un partido gravemente herido, es más fácil y sano estar en segunda fila, pero alguien tendrá que dar el paso a delante o Alfredo buscará un resquicio para no terminar de irse.
El problema es que la izquierda ha perdido referencias. Si el PSOE no les comanda, el voto se disgrega. IU sólo es capaz de captar una parte, la de raíz más ideológica, la de algunos radicales y la de unos pocos descontentos que castigan a los socialistas. Pero es de otro siglo.
UPyD pesca en todos los caladeros. En otras elecciones y en otro contexto quizá nos sorprenda, cuando sea capaz de pescar entre los descreídos de los dos grandes, pero en esta ocasión sólo los votantes de izquierdas se han acercado a votar masivamente; no sabemos cómo responderá el votante de derechas ni si responderá. Además tienen otro problema, el hecho de que Ciudadan´s sea el UPyD 2.0 no favorece a sus intereses. Es como comprar lo mismo en dos comercios, sin saber cuál dará mejor resultado, cuál es más económico o cuál funciona. Ese reparto de votos nunca nos sacará de la duda porque nunca permitirá que lleguen más lejos. Deberían unirse y acabar con la incertidumbre, pero no lo harán; nos dirán que sus diferencias son profundas, pero me da la sensación de que las mayores diferencias están en los nombres que encabezan y ahí nadie cede. De nuevo pesan más los intereses de unos pocos y eso debería estar reñido con el que quiera ser alternativa de voto.
Y llegamos al gran “vencedor”, PODEMOS. Sólo sabemos que tiene detrás a Pablo Iglesias, profesor de Ciencias Políticas de la Complutense y tertuliano de marcado carácter comunista. Han hecho campaña en Internet y han buscado al votante desubicado, al nuevo votante, al descontento y, por qué no decirlo, al más joven. Se han entregado a lanzar mensajes que prenden en ello, apelando a grandes sentimientos de honradez, justicia, honestidad… Ganan corazones al tiempo que encienden la sangre; no han demostrado nada, pero ahí están. Ahora les toca mantener o elevar la temperatura y no va a ser tan sencillo. Por el momento gente desde dentro de PODEMOS, ha denunciado un supuesto fraude a sus votantes por parte de Iglesias, pero es una denuncia planificada, aunque pueda ser cierta. Esa información y otras que irán surgiendo forman parte de su campaña, que está diseñada para que, aunque sea hablando mal de su líder, no se le deje de mencionar, de convertirlo en ídolo y de extender su leyenda. De hecho hoy es más conocido el Pablo Iglesias de PODEMOS que el fundador del PSOE y de UGT. La fonética es importante, así que a hacerla sonar.
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