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    Angélica Sánchez
    Cronista de lo desapercibido

"Calaveras y diablitos"

(«Las tumbas son para los muertos, las flores para sentirse bien.  La vida es para gozarla, la vida es para vivirla mejor ». “Calaveras y diablitos”, Los Fabulosos Cadillacs.) 

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Objetivo CLM - Angelica Sánchez
Lunes, 27/10/2014 | Región, Ciudad Real | Portada, Sociedad, Opinión

“El tiempo es relativo”, postuló Einstein. Entrar a comprar en un supermercado cuyo nombre comienza por “M” y termina por “A” también lo es, sobre todo en la segunda semana de Octubre cuando caminar por sus pasillos es adentrarse en un bucle espacio-temporal entre calabazas de Halloween y polvorones  “La Estepeña”.  Vamos, que entras en el súper en octubre y a mitad del pasillo central no sabes si vives en octubre, noviembre o en diciembre, si ibas a comprar leche, a ponerte una calabaza en la cabeza ó a cantar villancicos con un polvorón en la boca… Entonces piensas dónde estoy, en qué día vivo y vaya usted a saber en qué mes y sitio estás. De haber vivido Albert Einstein en esta época y en mi barrio, habría dado con la Teoría de la relatividad haciendo la compra.

 

Nunca he entendido cómo pueden convivir estas dos festividades tan distantes temporalmente entre sí en un espacio tan reducido adelantándose a su celebración. Quizás la culpa la tiene esta teoría. Quizás, la tiene la colonización festiva anglosajona… O simplemente, el consumismo. Sí, eso que alguien muy listo inventó para hacerse rico en un pis pas vendiéndonos las virtudes del comprar por comprar en cualquier época del año y en ésta más, porque ya me contará ese “listo” las virtudes de disfrazarse de zombie, de bruja o de calabaza andante cada año cuando llega la fiesta de los Santos.

 

Que es una tradición celta que ha variado con el tiempo… Me parece muy bien. Que se cristianizó como toda fiesta pagana y es una forma de recordar a los difuntos... Me parece genial. Que aquí culturalmente tenemos otras tradiciones pero como no “mola” comer huesos de santo, buñuelos de viento y ver “Don Juan Tenorio” en el teatro pero sí disfrazarse de esqueleto por morbo terrorífico y por revivir un segundo Carnaval a un mes de Navidad porque estamos los primeros para todo lo que entrañe fiesta y jolgorio… Me parece… Me parece que hay otras tradiciones más atractivas e interesantes por adoptar, porque en el mundo no sólo existe lo anglosajón y por ende lo norteamericano.

 

Hay culturas con tradiciones ancestrales muy ricas en simbología que festejan este acontecimiento en la vida del ser humano sin tabúes, sin miedos artificiales y con toda naturalidad, como por ejemplo  el Día de Difuntos en México. Esta fiesta proviene de la civilización maya y azteca, quienes creían que cuando alguien muere, su espíritu continúa viviendo en Mictlán, el lugar donde viven las almas que dejan la vida terrenal, un sitio nada tenebroso sino más bien tranquilo y agradable donde los espíritus “viven” plácidamente hasta que un día, fijado en el calendario, retornan a sus antiguos hogares para visitar a sus parientes. Un momento de reencuentro en el que aunque no se ven, se sienten.

 

En este día no existe el llanto ni el dolor, porque no es motivo de pena esta cariñosa visita… Entonces, los mortales engalanan con flores de colores y calaveras de azúcar sus casas, calles, plazas y altares dedicados a sus difuntos; se preparan vistiéndose de fiesta y alegría para recibir esta visita tan especial , la de los no vivos, celebración en la que los que sí lo están, como buenos anfitriones, hacen acopio de esas pequeñas cosas que tanto les gustaban a sus invisibles invitados colocándolas en altares bajo sus fotografías, para deleitarlos con estas ofrendas de caprichos con los que en vida se daban alegría “pa’l cuerpo”, para que vuelvan a dar un bocadito al taco con guacamole y un sorbito de chocolate o tequila mientras canturrean, entre calada y calada desde la otra vida, que siguen siendo “El rey”.  Una forma de honrar a los ancestros con respeto y alegría, porque entienden que morir no es irse para siempre… Porque entienden que morir es mudarse de casa y de vez en cuando, volver al antiguo hogar para hacer una visita. 

 

Volver. De eso trata esta fiesta, de volver. Volver, porque despojarse del cuerpo no significa dejar de existir. Somos energía, y como toda energía, ni se crea ni se destruye: se transforma. Unos piensan que nos transformamos en polvo y todo queda ahí; otros, que ascendemos a otro plano mucho más amable y feliz; o que vamos encadenando reencarnaciones para continuar nuestro aprendizaje hasta alcanzar la perfección espiritual… Sea de la manera que sea, lo que está claro es que el tiempo que estamos aquí, el presente, hay que gozarlo para cuando nos vayamos nos recuerden por cómo lo vivimos… Aunque haya un día al año que nos dé por volver.

 

Volver… Y no con la frente marchita como cantaba Estrella Morente en labios de Penélope Cruz en “Volver”. Posiblemente Pedro Almodóvar sea el único que ha sabido plasmar en la gran pantalla con un realismo apabullante cómo vivimos los manchegos esta fiesta, porque en estos días previos a la fiesta de los Santos no es nada extraño ni nos extraña encontrar en los cementerios a mujeres ataviadas con mandiles, cantando o charlando con sus difuntos mientras limpian y adornan de flores sus lápidas, tal y como sucede al comienzo de la película en la escena del cementerio … Una costumbre autóctona chocante para unos y normal para otros, cuya esencia poco se diferencia a la forma de celebrar este día en México.

 

Chocante o no, sea como sea, no se puede negar que esta entrañable estampa podría considerarse perfectamente el punto de unión entre relatividad y física cuántica, porque demuestra que existe un bucle espacio-temporal en el que se unen partículas independientemente de lo lejos que se encuentren… Vamos, un punto donde se une el más allá con el más acá en el aquí y ahora. Quizás si Einstein viviese esta época y en mi barrio, descubriría la Teoría del origen de Universo yendo el “Día de los Santos” al cementerio.

 

En definitiva, si me dan a elegir, por proximidad cultural y por representación simbólica prefiero las calaveras floreadas antes que las calabazas desafiantes, que para terror y miedo ya está la subida del agua y de la luz… Un poquito más honrar con alegría desde el cariño y el respeto a los muertos y menos meternos miedo en el cuerpo pensando que vendrán sus esqueletos a comernos el cerebro… 

 

Halloween: ni truco ni trato, “Calaveras y diablitos” pa’ tu saco…

 

Pd. Estas canciones podrían ser la BSO perfecta para comenzar el lunes y esta semana: “Calaveras y diablitos” y “Volver”. No la canción de la peli, sino la de Chavela, porque más de un vivo y un muerto se “moriría” de ganas por volver…  

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