El Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones ha finalizado el proceso de derivación de los 357 refugiados afganos evacuados y llegados a España en dos vuelos, uno el 21 de abril y el otro el 10 de agosto. Las 96 familias que componen ese contingente de la denominada operación Antígona III ya se encuentran en una de las plazas del sistema de protección internacional. A todos ellos se les ha derivado nada más llegar por lo que en esta ocasión, y a diferencia de las anteriores, no han tenido que pasar la noche en la base área de Torrejón de Ardoz. El dispositivo temporal de tránsito instalado en la base aérea, coordinado por el Ministerio de Inclusión, ha atendido a 357 personas, 63 del primer vuelo y 294 del segundo; estas personas están agrupadas en 96 unidades familiares, 31 unipersonales y tres de más de nueve miembros.
El tamaño medio de las unidades familiares llegadas es de seis miembros, igual que en las operaciones Antígona del pasado año. En 2021 entraron en el sistema 1.900 personas entre los dos operativos. Según los datos obtenidos tras la primera valoración del perfil realizada a las 357 personas para conocer sus necesidades y proceder a la derivación a los recursos disponibles en el menor plazo posible, se concluye que 216 son adultos (107 hombres y 109 mujeres) y 141 menores (64 niños y 77 niñas); el 50% son menores de 24 años y solo el 4% es mayor de 60.
Respecto al nivel de estudios, de los 216 adultos el 37% tiene estudios universitarios y un 35% estudios de secundaria. Fruto de ese primer contacto que se establece en la fase inicial del sistema de acogida, se procedió a la derivación hacia siete comunidades autónomas con Madrid a la cabeza, seguido de Aragón, Castilla-La Mancha, Cataluña, Murcia, Andalucía y Extremadura. Además, a un grupo de 113 personas se les ha dado plaza en un dispositivo provisional de emergencia a la espera de ser trasladados a plazas acordes con sus necesidades. Debido a que hay muchas unidades familiares de varias personas, el sistema intenta dar la mejor respuesta a esas necesidades.
Una vez en los recursos, comenzará la fase de acogida, en primer lugar, donde además de garantizarles las condiciones materiales de alojamiento y manutención, se procederá a diseñar un itinerario individualizado que facilite su inclusión y adquisición de autonomía. Durante ese tiempo tendrán acompañamiento social, psicológico, jurídico; enseñanza del idioma y actuaciones de alfabetización si se precisan, asesoramiento sociolaboral y programas de formación, servicios de traducción e interpretación y acceso al sistema educativo, entre otras.
En el momento en que consoliden conocimientos y habilidades que hagan efectiva su plena inclusión en la sociedad, se iniciará la fase de autonomía que se produce con la salida del recurso de acogida e implica la continuación del itinerario individualizado diseñado desde el principio.
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