Las tormentas que descargaron agua abundante a lo largo del sábado, permitieron a los almonacileños de madrugada y ya en la mañana del domingo, decorar los dos kilómetros de recorrido que tiene la procesión del Corpus con las alfombras de colores que la engalanan de manera ininterrumpida.
Las calles de Almonacid lucieron las alfombras del CorpusObjetivo CLM El agua que cayó en la noche del sábado sobre La Alcarria sembró la duda sobre si el tiempo iba a dejar esta mañana lucir a Almonacid de Zorita de la misma manera que lo lleva haciendo, hace más de cuarenta años, sus alfombras del Corpus. Como confesaban muchos vecinos en la mañana de ayer, pensaban que este año, la lluvia iba a impedir vestir a la villa con los colores de la primavera. Sin embargo, ya de madrugada, entre nubes y claros, todas las voluntades se fueron uniendo. Se abría el cielo, y con él, el trabajo de los almonacileños para engalanar las calles del pueblo. Más aprisa que otros años, puesto que las tormentas acortaron los tiempos, a partir de las seis de la mañana, comenzaba la actividad, aún con adoquines y asfalto mojados. Francisco Domínguez, uno de los vecinos que elaboran la alfombra y altar correspondientes a la calle del Gobernador, contaba que su barrio había tejido su tramo de colores en el suelo “con la misma ilusión de siempre”. En la noche del sábado deliberaron sobre cómo encarar las tormentas. Decidieron no colorear el serrín que utilizan para fabricarlos hasta la madrugada. “A diferencia de otros años, nos ha tocado tintar y tejer al mismo tiempo”, decía Francisco. Entre todos, consiguieron llegar a tiempo y elaborar una alfombra preciosa, que resplandecía con el sol recién salido, a las once de la mañana. Resurreción Lozano, vecina de la calle del Trinquete, esquina con la de San Sebastián, preparaba, a esa misma hora su altar del Corazón de Jesús. “Forramos una mesa con sábanas o mantillas, con lo mejor de cada casa”, explicaba. Este año la decoración natural la componían flores del campo recién cortadas en una Alcarria verde y rebosante de vida, y también “rosas cedidas por los vecinos, de sus jardines privados”, explicaba. Presidiendo el altar había una estatuilla con el Corazón de Jesús “que me regaló mi tío, poco antes de morir, porque sabía que soy muy devota de la fiesta del Corpus”, seguía. Para la almonacileña, este día “es precioso, uno de los más bonitos del año en nuestro pueblo; por eso, anoche estábamos con pena por si no podíamos celebrarlo como siempre, pero Dios ha querido que sí”, terminaba. Eusebio López ultimaba los preparativos de la alfombra en la calle de Natalio Gumiel. “Cuando empezó a celebrarse la fiesta, ayudábamos a nuestros padres. Ahora nos toca a nosotros mantener la tradición y hacer lo mismo con nuestros hijos”, explicaba. A ellos les correspondió decorar esa vía hasta la confluencia con la de la Virgen de la Luz, y, por el otro lado hasta la Plaza del Ayuntamiento. “Sentimos gran satisfacción cuando vemos el pueblo entero decorado con las alfombras del Corpus. Nos acordarnos de la familia, de los que ya no están”, terminaba quien es el hijo de Román López, el miniaturista e historiador de Almonacid, que recordaba en sus escritos el primer año en el que se cubrió todo el recorrido de la procesión del Corpus con las alfombras de colores: 1978. José luis y Leticia Roldan, un poco más allá, terminaban de darle brillo a su altar, en la calle de la Virgen de la Luz. “Llevamos desde el viernes preparándolo todo. Nuestra alfombra tiene unos 200 metros de larga, y es la única con dos altares en su tramo”, decía José Luis, mientras su hija terminaba de añadir unos reflejos al serrín. “Ha salido el sol por fin. Así que, que brille un poco”, decía ilusionada, también por el hecho de que este año, las nuevas generaciones del barrio hayan ayudado más que nunca. “Hemos terminado antes, y, sobre todo, hemos generado en ellos más ilusión para que sigan con esta tradición en el futuro”, terminaba. A las doce y media, todo el pueblo estaba cubierto, de manera ininterrumpida por una preciosa alfombra de colores, de en torno a dos kilómetros, con sus ocho altares, y preparado para recibir la custodia bajo palio. A la una y media, al finalizar la misa, salía la procesión, con todo su ceremonial. La encabezaba el estandarte de la Hermandad del Santísimo Sacramento, con su distintivo y escapulario. A continuación lo hacían los correspondientes a todas las cofradías que existen en Almonacid, de acuerdo con la fecha del año en la que se celebra la festividad. La procesión atravesó el casco antiguo de Almonacid, con salida y llegada a la Iglesia de Santo Domingo de Silos. El último altar, justo en la plaza de la Iglesia, lo había elaborado la Hermandad del Santísimo Sacramento. La procesión los recorrió uno a uno, y, después de una oración, pronunciada por el párroco almorcileño Javier García Toledano, los cuatro niños que han hecho la comunión este año, arrojaban pétalos de rosas blancas y rojas en el altar y sobre la custodia, igualmente en cada uno de ellos. Un día de fiesta para la villa alcarreña, declarado Fiesta de Interés Turístico Provincial, que ha recibido la visita de cientos de curiosos, atraídos por una tradición que ha sido reforzada por el color y el buen hacer de los almonacileños. |
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