Tanto si vives en Sevilla, en Londres o en Bangkok, la crisis del coste de la vida está en boca de todos.
Factores como el confinamiento durante la pandemia, la guerra en Ucrania, la inflación general y las malas decisiones de los gobiernos han provocado que los precios se hayan disparado en todo el mundo.
En este artículo intentaremos analizar la situación actual y sus posibles consecuencias.
¿Por qué ha subido tanto el coste de la vida?
Por diversos motivos. Cuando se declaró la pandemia de la COVID-19 en marzo de 2020, los expertos predijeron que los precios de los bienes diarios se dispararían. Mucha gente perdió el trabajo y las empresas se vieron obligadas a afrontar un periodo de gran inestabilidad, sobre todo en el sector del turismo y la hostelería.
Sin embargo, el IPC no subió de golpe como se esperaba. A medida que se levantaron los confinamientos, aumentó la demanda de ocio y de turismo, hasta el punto de que este año hemos alcanzado niveles cercanos a los registrados antes de la pandemia. Sin embargo, esto ha creado economías artificiales, y los expertos advierten que se producirá una crisis financiera importante en algún momento.
Otros factores, como la guerra en Ucrania, también han contribuido a disparar el coste de la vida. La escasez de gas ha provocado que se disparen los precios del combustible, un problema exacerbado por las sanciones a Rusia.
Si a ello le añadimos la inflación habitual, no es de extrañar que el IPC no pare de crecer.
¿Cuánto ha subido el coste de la vida?
El coste de la vida se ha disparado en los últimos meses. Los precios de la comida, el combustible, la electricidad y el gas han subido como la espuma.
El Banco de España ha revisado al alza sus previsiones de inflación para este año. Y el Instituto Nacional de Estadística (INE) afirma que la tasa de ahorro de los hogares españoles ha caído en picado.
Sin embargo, el coste de la vida no solo provoca ansiedad dentro de nuestras fronteras. El mundo entero está sufriendo las consecuencias del aumento de los precios, sobre todo del gas. Los expertos creen que podría producirse una recesión global que afectaría a todo el planeta. Algunos países, como Alemania, han recortado los precios del transporte público en un intento por compensar tal escalada de los precios.
¿Cuáles son los efectos del aumento del coste de la vida?
Esta subida generalizada de los precios tiene múltiples consecuencias. A continuación, detallamos las principales:
Falta de dinero para gastar en caprichos
La gente no tendrá suficiente dinero para gastar en caprichos o en ocio. Se viajará menos, se saldrá a cenar menos y se gastará menos en ropa o artículos de belleza. Muchos sectores se verán afectados por ello.
Aumento de las adicciones y de los comportamientos antisociales
Otro efecto importante que hay que tener en cuenta es el posible auge de comportamientos peligrosos o antisociales. Las adicciones son muy habituales en sociedades empobrecidas por varios motivos. Existe el riesgo de que la gente se refugie en la bebida o en actividades como el juego. No en vano se ha producido un auge de los casinos online, gracias en parte a los bonos sin depósito que muchos de ellos ofrecen para atraer a nuevos jugadores, que ven en el juego una posible salida a su situación financiera.
Incremento de la deuda
En los próximos años, es muy posible que muchos hogares se vean obligados a pedir préstamos que luego no podrán devolver. Si una familia quiere pagar una boda, un bautizo o simplemente los regalos de Navidad de sus hijos, es probable que acabe pidiendo un préstamo rápido.
Sin embargo, casi nunca se contemplan las consecuencias a largo plazo de tener un crédito: la deuda puede afectar a la capacidad para financiar una casa o un coche y acabar creando facturas muy altas.
Menor nivel de vida
En muchos casos, no solo se tratará de prescindir de cosas superfluas. Habrá gente que tendrá problemas para calentar su hogar, alimentarse bien o pagar un tratamiento médico. Y muchos jóvenes se verán obligados a dejar los estudios superiores y ponerse a trabajar para ayudar a su familia.
Todo ello podría derivar en un menor nivel de vida, lo que conllevaría problemas de salud y un futuro incierto, con gente menos preparada.
A pesar de que el panorama es desolador, los periodos de recesión económica no duran eternamente. Para gastar menos durante esta época, podemos cancelar suscripciones, comprar en establecimientos más baratos o desconectar los aparatos que no estemos usando. Y para las familias que lo estén pasando realmente mal, existen bancos de alimentos y organizaciones benéficas dispuestas a ayudar en todo lo necesario.
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