El tema que se refiere a la presión que se ejerce en los más pequeñas por sus propios padres a la hora de practicar cualquier tipo de deporte, siempre me ha preocupado. Es un tema peliagudo en el que muchos adultos deberían pararse a reflexionar. Desde que somos muy pequeños se nos ha dicho "niño, tú ver, oír y callar"- Muchos niños, si pudieran hoy en día utilizar esa expresión a la inversa en el caso que nos ocupa, lo harían sin pestañear...
La semana pasada hablábamos de la Cuna de Campeones, prueba nacional en la que chavales entre 6 y 13 años pelean por conseguir llegar a ser un número uno del motociclismo. En una de las entrevistas realizadas a los chavales, conseguí hablar con uno de 8 añitos, preguntándole por las sensaciones que se viven, velocidad, conocimientos, etc., su única respuesta siempre era la misma “GANAR”.
Cuando un chaval de esa edad contesta de esta forma es que algo está fallando. Cierto es que la competitividad desde pequeños genera un desarrollo más rápido en ellos en ciertas facetas, pero si ese desarrollo evita la proliferación de sensaciones básicas, me parece a mi que no vamos por el buen camino.
Cuantas veces no hemos ido a ver un partido de fútbol, baloncesto o cualquier deporte de equipo y hemos visto en las gradas a los padres dando instrucciones a los muchachos haciendo que éstos no sepan si seguir las instrucciones de sus padres o de los entrenadores. Además, hay casos que provocan en los chavales ciertas dosis de nerviosismo, cuando sus progenitores tienen ciertos comportamientos ultras con el equipo contrario.
Porqué ocurre esto, muy sencillo, reflejo claro de la frustración de algunos padres por no haber conseguido realizarse practicando algún deporte, e intentan por tanto, trasladar esa presión a sus hijos, olvidando que aparte de aprender y mejorar en sus habilidades deportivas, lo principal para estos es desarrollar otras cualidades como la amistad, el amor por el deporte o algo aún más fundamental, disfrutar de principio a fin con la práctica deportiva.
Cuantos talentos se han ido por el retrete por situaciones similares, por tener que aguantar presiones que un adulto no aguantaría ni siquiera en su entorno laboral. Cierto es que esto no pasa solo en el deporte, esto es extrapolable al mundo académico o incluso al mundo de la música o la interpretación.
Entonces Que hacemos¿ Ayudémosles, enseñémosles el camino a seguir y disfrutemos con su evolución, dejemos que las personas en las que hemos confiado para que se ocupen de su formación deportiva hagan su trabajo, ELLOS SI ESTÁN PREPARADOS PARA ESO! Entonces veremos cómo nuestros hijos disfrutan del deporte, como nos pedirán a todas horas practicarlo. Nosotros ya tuvimos nuestro momento, dejemos que ellos disfruten ahora del suyo…
Alguien me dijo cuando era pequeño que “la ilusión y la alegría de un niño nunca se le debe quitar bajo ningún concepto”, solo espero que les permitamos seguir soñando… Recordad que en esta vida, en algún momento “todos acabamos arrastrando…”. He dicho.
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