Satisfechos pero tristes, aseguran que "queda mucho trabajo por hacer"
Los voluntarios de la ONG 'Sonrisas y Montañas' vuelven de NepalObjetivo CLM - Bárbara García del Castillo / Noelia García / Juan A. Fdez-Aparicio Más de 8.000 muertos, más de 18.000 heridos y miedo, mucho miedo. El terremoto que sacudió Nepal a principios de esta semana terminó de derrumbar las pocas estructuras que quedaban en pie, y también la moral de muchos nepalíes y voluntarios que se afanan en recomponer el rompecabezas en que se ha convertido el país. José Luis Romero lidera el grupo de jóvenes de la ONG 'Sonrisas y Montañas' que el pasado 1 de mayo partieron desde Ciudad Real hasta Katmandú. Pensaron que, a partir de Turquía, viajarían prácticamente solos hasta el epicentro de la catástrofe, pero resultó que "el avión de Turquía a Katmandú iba completamente lleno de pequeñas iniciativas como la nuestra. Fue una sensación sorprendente y muy agradable", aseguran. Pero, ¿por dónde empezar a ordenar el caos? Nepal es un país pequeño, con una cultura muy distinta a la europea, y en el que la gente no está acostumbrada a recibir ningún tipo de ayuda, ni dependen del Gobierno; por lo que reciben a los voluntarios extranjeros, especialmente las aldeas más remotas, con mucha expectación. "Nos llamaban 'el equipo español', cuenta José Luis sonriendo. "Cuando llegábamos a una aldea el guía les explicaba qué hacíamos allí, y poco a poco se iban acercando a que les curásemos heridas y hematomas". Así, de una aldea a otra hasta atender a más de 600 personas, aprovechando al máximo los diez días que han estado en el país. Mucho trabajo por hacer Desde 'Sonrisas y Montañas' afirman con pesar que quedan años de trabajo. "Es como si hubiera una tarta enorme, y con una cucharita hubiéramos cogido sólo un trozo. El pastel sigue estando ahí", explica José Luis. Gracias a la solidaridad de la gente, que ha realizado numerosas donaciones tanto de dinero como de material médico, estos voluntarios volverán a Nepal en septiembre para seguir colaborando. Dentro de poco, Nepal dejará de ser noticia. Pero lo fundamental, aseguran las organizaciones humanitarias, es que no caiga en el olvido. Que se siga recordando esa enorme tarta de la que nos habla José Luis, para que cada uno, con nuestra cuchara, vayamos trocito a trocito comiéndonos el miedo.
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