Cuando pensábamos que la corrupción política y empresarial era el techo de “los colmos”, esta semana la comenzábamos recordando el vergonzoso caso del equipo nacional de baloncesto que participó allá por el año 2000 en los juegos paralímpicos de Sidney.
Recordemos, éste equipo con 10 de sus 12 miembros sin ningún tipo de discapacidad, consiguió el oro en esta competición haciendo de la trampa su mayor valía. En el “tinglao” estaba implicado hasta el “apuntador” de la Federación Española de Deportes para Discapacitados del momento. Todo un aparato directivo involucrado en falsificar documentos oficiales de toda índole para sumergir a nuestro deporte en una vergüenza infinita.
Cuando pensábamos que no podríamos sentirnos más abochornados, vemos la sentencia. “De Oscar”, dieciocho imputados absueltos y Fernando Martín Vicente, Ex – presidente de la Federación condenado a pagar la irrisoria cantidad de 5.400 €.
Qué barato sale hacer trampas, qué barato. Lo que es increíble, es que de todo esto nos enteramos en su momento gracias al extraordinario trabajo del periodista Carlos Ribagorda que formó parte del equipo a propósito para demostrar el fraude y que poco después lo hizo público. La lástima es que se han tardado trece años en realizar el juicio pertinente para acabar con un vergonzoso “trueque” entre las partes…
Con todos los hechos sobre la mesa, duele ver el daño que se le hace al deporte. Qué necesidad teníamos de dañar la imagen del deporte que practica tanta y tanta gente con otras capacidades cuyo mayor premio es evolucionar y superar el reto del día a día. En posesión de qué verdad nos encontramos para decidir manchar el nombre de una institución tan noble en beneficio sólo de sus propios intereses.
Es una muesca más en el “bastón de la revancha”. Al final nos quedaremos sin bastón donde seguir apuntando barbaridades. Cómo le explicas a tu hijo que está viendo la televisión que nuestro país hizo trampas en unos JJOO para conseguir una medalla de Oro. Creo que nadie tiene respuesta a eso. Estas cosas antes las veíamos de lejos, o si alguien hacía trampas con los colores nacionales, era de otra nacionalidad, como el caso desafortunado de “Juanito Muhelegg” que pasó del cielo al infierno en apenas unas horas.
Los españoles somos así. Estamos tan acostumbrados a ver pasar la basura por la puerta de casa todos los días, que ya lo vemos como algo normal. Lo hemos visto con el tema del dopaje o incluso este verano con los escándalos de algún equipo de primera división de fútbol con la presunta compra de partidos. “Tenemos cayo” de ver estas cosas a diario.
Tarde o temprano estoy convencido de que se hará justicia en todos los sentidos. Puedo parecer ingenuo, pero sigo confiando en la pureza de los que vienen desde abajo. Ellos cambiaran nuestro panorama, y vendrán con la lección bien aprendida. Pero es responsabilidad nuestra el decirles que está bien y que está mal. Explicarles que no todo vale en pos de la victoria. Que la dignidad de las personas y su honorabilidad, cualidad que estamos perdiendo, está por encima de cualquier premisa…
Alguien me dijo cuando era pequeño que “la ilusión y la alegría de un niño nunca se le debe quitar bajo ningún concepto”, solo espero que les permitamos seguir soñando… Recordad que en esta vida, en algún momento “todos acabamos arrastrando…”. He dicho.
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