Las V Jornadas ibero-romanas laminitanas que se celebran en Alhambra desde el año 2014, dieron comienzo el pasado jueves con un acto en el que dos arqueólogos y especialistas en
Arqueología Antigua de Hispania y Castilla-la Mancha, ofrecieron dos conferencias en la Casa Melilla, espacio en el que tuvo también lugar la presentación de la reproducción del lagynos de
Los Villares, así como el estreno de la representación ceremonial y festiva del rito dionisíaco de la Anthesteria a cargo del grupo de recreación histórica de la Asociación “Alhambra Tierra Roja”.
La primera de las conferencias con el título “El ejército romano como factor introductor del consumo de vino en Oretania” tuvo como ponente al profesor de la Universidad de Alicante y Director del Museo Arqueológico de Elda (Alicante) Antonio Manuel Poveda Navarro, quien realizó una síntesis sobre las evidencias de comercio y consumo en el ejercito romano que conquistó
Hispania entre los siglos II-I a.C. Destacó el papel simbólico, cultural y alimenticio que el vino desempeño en los estancamientos militares del Sureste hispano, las redes de transporte y el
factor estratégico que en la alimentación del legionario romano y de las tropas auxiliares tenía el vino. Un vino muy distinto al que bebemos en la actualidad, ofreciendo datos cuantitativos de las evidencias materiales halladas en los yacimientos de la ribera hispano-mediterránea como Carthago Nova, Elo (El Monastil), Ilici (Elche), Lucemtum (Alicante); así como del interior en la
Colonia Foroaugustana Libisosa (Lezuza, Albacete).
La segunda conferencia llevó por titulo “Evidencias materiales del consumo de vino en los contextos de época romana en Laminium (Alhambra, Ciudad Real), que fue ofrecida por José Luis
Fuentes Sánchez, arqueólogo en los proyectos Libisosa, Ilici, Oretum, director de excavaciones e intervenciones en Laminium desde 2015, que presentó datos concluyentes basados en las
evidencias materiales descubiertas en el trienio 2015-2018 en Alhambra. Las intervenciones de urgencia en Calvario, 6, Los Villares y Cuesta de Pozarrón; han posibilitado poder
cuantitativamente el origen, tipo, vías comerciales y características de la vajilla que acompañaba al vino que se consumía en Laminium desde el siglo primero antes de nuestra era. Fuentes
presentó 17 tipos de ánforas que involucran el consumo masivo de vino procedente de Creta, Italia y la Galia Narbonense. Vino de Falerno, de la región del Vesubio, el Lazio, Forlimpopoli y de
Massalia (Marsella), destinado a satisfacer las demandas de la sociedad romana de Laminium que demandaba este producto junto al apreciado garum hispano y salsas de pescado lusitanas, pues en Laminium también se consumió garum procedente de las factorías de salazones de la Bahía de Cádiz, y de la desembocadura del río Sado (Setúbal, Alenteho, Portugal). Por último José Luis Fuentes presentó elementos de vajilla tardo helenística hallados en Calvario, 6 que caracterizan a este solar como uno de los principales aportes a la arqueología de época tardo-republicana de Oretania, por la excepcionalidad del contexto, así como un espacio destinado para el consumo del vino localizado en la Domus de Los Villares, dónde se halló un mosaico bícromo con decoración de temática dionisíaca a base de copas y roleos de hojas de parra.
Tras las conferencias se presentó una réplica del singular Lagynos de Los Villares, una jarra de para el servicio de vino que se halló en su situación original sobre un pavimento en una de las
dependencias de la domus de Los Villares, lo que constituye una excepcional aportación por cuanto esta pieza que se puede contemplar en la muestra del Museo de Ciudad Real Vinum vita
est, supone el único ejemplar hallado en contexto en la provincia de Ciudad real y uno de los excasos ejemplares de Oretania e Hispania. En el acto se entregó por parte de OPPIDA una
réplica al Ayuntamiento de Alhambra, a la Asociación Alhambra Tierra Roja y a la Dra. en Antropología (Maria Benito) que realizó el descubrimiento en el transcurso de la excavación. La
Asociación Cultural Alhambra Tierra Roja estrenó la representación de la celebración ceremonial Las Anthesterias utilizando como pieza vehicular en el discurso el hallazgo, estudio y
musealización del lagynos de Los Villares, hallado en 2016 en el transcurso de las excavaciones que se efectúan en el ager laminitanus por OPPIDA.
La utilización de los lagynoi, como jarras cerámicas dispensadoras del vino en las mesas romanas en la Península desde época Republicana, nos permite hallar un nexo de unión entre la utilización de este tipo de utensilios en el servicio común de mesa laminitano de entorno al cambio de Era y la utilización de los lagynoi en algunas fiestas de corte dionisíaco como las
lagynophoriae.
Los cultos mistéricos entorno a Dionisos dieron origen a varias fiestas que tenían lugar durante el año, así la Antesteria (febrero) que marcaba con una celebración la apertura de los embases del vino nuevo de la ultima cosecha, esta fiesta incluía una procesión en Atenas en la que los participantes portaban jarras de vino y en la que se celebraban concursos de bebedores al
parecer durante tres días. Esta fiesta invoca la renovación que supone la primavera con la apertura del vino nuevo, suponía un rito de iniciación para niños y adolescentes, en la que se une
el concepto de la “refundación de la comunidad tras un delito” (VALDÉS GUÍA, 2015, 125).
Las Antesterias tendrían tres días de celebraciones; Pithoigia día señalado para la apertura del vino nuevo que se contenía en un pithoi, Choes jornada en la que se realizarían actos impuros y
desorden (miasma y polución), Chytroi o día de las marmitas; tenía relación con los muertos y los espíritus de los mismos, se realizaban brebajes el sacrificio a Hermes Ctonio y dónde se
retornaba al orden.
Se trata de una fiesta que tiene origen en la época arcaica y que mantiene con algunas variaciones su esencia en la época clásica, constituyendo toda una fiesta arraigada en la
utilización del vino como elemento vehicular ofrecido a Dionysos, en el que se produce la renovación de la identidad de la comunidad mediante una serie de ritos que llevan aparejados
symposia, desfiles de borrachos y ofrendas. En Atenas, durante estas fiestas, Dionysos aparece asociado a los esclavos no como protector, si no como una divinidad relacionada con el culto a los muertos, y precisamente esa es la categoría nos dice NOEL que tienen los esclavos para los atenienses; la de muertos por eso participan en las fiestas, incluso se les permite realizar algún sacrificio.
Estas fiestas solían incluir una procesión por Atenas portando jarras de vino y concursos de bebedores en las que participarían agentes marginales de la sociedad o incluso propiamente excluidos como los esclavos.
El tipo convival de estas piezas, aluden a un consumidor diferenciado, y existente, que confiere valor a la carga simbólica de esta vajilla y que además, compra vino desde diversas zonas de la
ribera mediterránea para ser degustado, celebrado y compartido con sus pares al modo helenístico.
Precisamente ese convite fue el que experimentaron los asistentes, quienes pudieron degustar vino confeccionado al modo greco-itálico, con comida y postres de época romana basados en la
concepción e interpretación que Ángel Gómez Horcajada realiza de las descripciones de Apicio.
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