Por la vaguada de El Reguerón se extiende un camino de acceso a este parque arqueológico de aproximadamente siete hectáreas de superficie.
Se levanta en un cruce de caminos entre la Meseta Meridional y el Mediterráneo, característica que hizo que desde la Edad del Bronce y hasta la época islámica fuera habitado ininterrumpidamente.
Su aparición llegó con íberos y romanos, y varios siglos después, tras la invasión árabe, fue abandonado.
La importancia del cerro en la Antigüedad empezó a distinguirse en el siglo XIX, pero no ha sido hasta las últimas tres décadas cuando la excavación de sus ruinas se ha intensificado. La Junta de Castilla-La Mancha le ha dado un nuevo empuje a la recuperación del Tolmo, con la declaración del yacimiento como parque arqueológico.
Tiene entre sus tesoros una basílica visigoda en la que se distinguen sus tres naves y diferentes partes de su estructura. Se puede deducir de sus ruinas que tiene un origen funerario, por eso se ha conservado hasta nuestros días y por eso deja huella en la necrópolis de las distintas fases de asentamiento.
El parque se encuentra inactivo en la actualidad por las lluvias torrenciales del 2012, que sacaron a la luz un ánfora con restos de opio, que hace sospechar la existencia de un paso comercial por allí y descubrir ciertos misterios sobre las aplicaciones médicas y la relación de estas con dicha sustancia controvertida. Llegándose a pensar que pudo ser utilizada para los cambios de sexo en aquella época.
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