El camino hacia Castilla lo marca, sin duda, el Castillo de Alcaraz. Cinco murallas y cuatro enormes puertas dan la imagen de cómo pudo ser aquel alcázar fortificado de Alcaraz, nexo de unión fundamental entre el Reino de de Murcia, el de Granada, y el Mediterráneo.
Se halla enclavado en la cima del cerro de San Cristóbal. Se trata de un recinto en forma de rectángulo que ha ido modificando su morfología en función de los avatares históricos.
Exhibe dos tipos de fábricas, el tapial, en mampostería organizada en tongadas unidas de mortero de cal y mampostería irregular ligada también con mortero de cal.
De manera casual surge el tapial de hormigón, sobre todo, en la torre central, y de sillar y sillarejo en los componentes suntuarios de edificios particulares como el interior de la Torre del Obispo y la Iglesia de Santa María.
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