Cuando se tiene una pareja es habitual creer que esa persona nos pertenece y tendemos a responsabilizarla de nuestros propios sentimientos, sin embargo, cada uno es responsable de los suyos propios. Cuando sentimos desengaño en la relación se debe a que nuestro poder se lo hemos cedido a la otra persona, convirtiéndose esta relación en una dependencia e inmadurez emocional más que en una convivencia sana.
Debemos aprender a relacionarnos desde la independencia y la libertad. Para ello es necesario conocernos a nosotros mismos, nuestros deseos, virtudes y limitaciones y llenar nuestros vacíos de nuestro amor. De esta manera no crearemos expectativas en la otra persona, amándola y aceptándola tal y cómo es, respetando sus necesidades, haciendo que se sienta libre, sin intentar modificar en ella aquellos aspectos que no toleramos en nosotros mismos.
Si queremos amar con amplitud, debemos aprender aceptación y flexibilidad. Debemos expresar nuestros deseos y objeciones, creando pactos y abriendo mutua consciencia.
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